En 2014 investigando y degustando varietales exóticos acabamos en Panamá, en busca de la mítica variedad Geisha. Iniciamos una amistad con el padre de la geisha panameña Francisco Serracín quien gentilmente nos vendió semillas para volver a crecer en El Salvador; sin embargo, hubo un problema, no teníamos la tierra adecuada para cultivar nuestras semillas de geisha. Después de minuciosos análisis de suelos, ambientales, logísticos y de viabilidad, terminamos asentándonos en un terreno no revelado a 1.700-2.000 metros sobre el nivel del mar en las cercanías de nuestra finca familiar, era ideal para nuestro sueño de un exótico jardín de variedades de café. El terreno solía ser una finca de pacaya, de ahí nació el nombre de la finca. Duplicamos las mismas técnicas y tecnologías que aprendimos y aplicamos en nuestra granja familiar, grabando todo con una obsesiva atención al detalle. En los años siguientes, seleccionamos las plantas más adecuadas y de mejor sabor y las adaptamos simbióticamente al entorno exuberante, brumoso y duro pero ideal de la granja. El resultado fue una geisha panameña tradicional identificable con un perfil salvadoreño único que acentúa perfectamente los ricos nutrientes de la montaña.